sábado, 11 de octubre de 2014

Sobrecogerme
entre tus dedos,
reducirme
en el forcejeo
lícito
de la guerra
declarada
en nuestra cama.

Asomarme a tu alma
a través
de mi cuerpo,
someterte
al interrogatorio
de gemidos,
paralizar
el estremecimiento,

-detenerte-

obligarte a tirar
las armas
y así, entregado,

hacerte testigo
de mi placer.

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