Sobrecogerme
entre tus dedos,
reducirme
en el forcejeo
lícito
de la guerra
declarada
en nuestra cama.
Asomarme a tu alma
a través
de mi cuerpo,
someterte
al interrogatorio
de gemidos,
paralizar
el estremecimiento,
-detenerte-
obligarte a tirar
las armas
y así, entregado,
hacerte testigo
de mi placer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario