Estoy cansada de restos de naufragios,
harta de recoger las ganas y marcharme,
harta de resbalar en el miedo de los demás
-harta de mi miedo-
Me he sentado
en el invernadero de flores marchitas
donde apenas se respira.
He levantado un muro infranqueable
que me pone a salvo y me castiga:
ya no me conmueve el amor
gastado,
ya no guardo recuerdos
que me sangren.
Me he ido a la nada
a cumplir condena
de tanta equivocación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario